Mi tercer hogar … Viajando por Ile de France

Terminando mi experiencia en Francia, hubo un tema recurrente, como se diría un top hashtag entre las conversaciones sea con mis colegas, amigos e incluso con los desconocidos: El transporte en común de Ile de France.

Para dimensionar la infraestructura de transporte de la región parisina, sólo la RATP está compuesta por 60 líneas de buses sobre Paris, 44 líneas de buses sobre las afueras, 14 líneas de metro, 65 estaciones de trenes RER, 3 líneas de tramways. Todo ello es capaz de movilizar más de 3 mil millones de personas al año (Un poco menos de la mitad de la población mundial y mil millones más de lo que ha hecho el metro de Medellín en 17 años)

Pero ¿por qué una red tan grande que abarca casi todo el territorio de Ile de France y capaz de mover desde el más rico hasta el más pobre, desde el asiático hasta el más sufrido niño del Camerún genera tanta discusión?

Desde mi visión de un inmigrante más de la enorme lista de jóvenes estudiantes que salimos de nuestro país para buscar oportunidades, mejorar los idiomas, darle nivel a nuestra CV, los argumentos no cambian mucho frente a cualquier otro nacional francés.

Para iniciar como viajero frecuente se debe dirigir a una oficina donde hacen las famosas tarjetas Navigo, Imagine R (la cívica) y te toman una foto con la cual pierdes cualquier posibilidad de salir en la publicidad del Bienestar Familia, excepto en horario para adultos dado el nivel de sensibilidad de lástima que produce. Junto a ello un mapa que parece una carta de colores y de trazados. Interpretar el metro requiere días de experiencia, pérdidas e incluso un curso virtual en el SENA.

Caminar en una estación de metro es un laberinto de sorpresas. Las ciudades subterráneas existen y en ella viven topos con doctorados, masters, licencias, trabajadores, otros con visas de turistas y otros simplemente con situación indefinida. En una esquina te podes encontrar un magnifico guitarrista, un concertista y en el otro un vagabundo y/o aislado de la sociedad orinando, durmiendo, comiendo o simplemente viendo la vida como le pasa. Como toda sociedad Big Brother están las cámaras y los “amables” controladores que más bien parecen sangrientos maquinistas del cobro de infracciones.

Dentro de los trenes, la situación no cambia mucho, comparando a los visto en la estación San Antonio. El galpón se compone de gallinas y gallos criollos, chinas, pavos reales e incluso gallinazos. Algunos galpones tienen granjero y otros parecen un carruaje automático (este es la sensación para los pollitos en el mundo del gallinero). Entre tanta variedad hay un catálogo de situaciones: peleas, cortejos, cacaraqueos, picoteos, aparamientos o simplemente culecadas.

En un micromundo donde se vive más de 22 días en menos de 6 meses, es decir viví casi el 25% del tiempo despierto en un vagón de tren, en una estación de metros y en bus, las historias sobran, la mente se transforma y te vuelves uno más del colectivo que coge su transporte a las 7 de la mañana y a las 6 de la tarde y nunca más sabes cuando regreses a casa.

Finalmente, me queda una enseñanza. Tu casa es el centro de tus propias operaciones, y por ente su ubicación debe ser estratégica para la tranquilidad de mente.

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